La historia de La Línea de la Concepción, una localidad con un pasado rico y multifacético, se origina en el contexto de los asedios a Gibraltar. La ciudad comenzó como un campamento provisional para abastecer a la población cercana a las fortificaciones de asedio a Gibraltar. Este nacimiento se enmarca dentro de la vigilancia constante de Gibraltar, especialmente durante los asedios de 1727 y 1779-1783.
La decisión española de construir una plaza fuerte, conocida como Línea de Contravalación o Línea de Gibraltar, en 1730 fue un punto de inflexión en la historia de la ciudad. Bajo la dirección de Isidro Próspero de Verboom, se construyeron dos fuertes, Santa Bárbara y San Felipe, y una gran muralla central, que se completaron en 1735. Estas fortificaciones, diseñadas para impedir el tránsito y reafirmar la presencia española, marcaron el inicio de lo que eventualmente se convertiría en La Línea de la Concepción.
Plaza Fariñas
Durante el siglo XIX, la invasión napoleónica de la península Ibérica llevó a la demolición de estas fortificaciones por temor a que cayeran en manos de Napoleón. Esto llevó a una mayor dependencia de Gibraltar, con La Línea satisfaciendo las necesidades de la colonia británica.
El reconocimiento oficial de La Línea como municipio llegó en 1870, cuando se separó del Ayuntamiento de San Roque. La ciudad, con poco más de 300 habitantes inicialmente, se organizó en torno a áreas como la Plaza de la Iglesia y la Avenida España. El primer alcalde-presidente fue Lutgardo López Muñoz.
El crecimiento de la ciudad continuó, influenciado por su proximidad a Gibraltar y las necesidades de esta colonia británica, abarcando zonas como La Atunara, un barrio de pescadores con una historia mucho más antigua que la propia ciudad.